sábado, 11 de febrero de 2012

TENGO UNA CASA, QUIERO UN HOGAR

Hace ya mucho tiempo, cuando vivía en mi natal Culiacán, en los veranos mi tio padre (que era un sacerdote rural), nos invitaba a mis hermanas y a mí a dar catequesis a los niños de algunas comunidades pesqueras a las que le tocaba atender. Esto fue muy gratificante, porque más que nosotros aportar, creo que salíamos ganando con tantas experiencias y vivencias que nos toco presenciar. Esto viene a colación ya que hace poco ojeando una revista de decoración me encontré con un anuncio que tenía como título "Tengo una casa, quiero un hogar".
Instintivamente mi mente voló a aquellos años que les cuento, porque en una de esas comunidades, una señora muy generosa nos prestaba el patio de su casa para dar la catequesis a los niños. Era una casa pintada con cal blanca, no tenía piso de cerámica, solo tierra firme. En las paredes exteriores colgaban literalmente infinidad de botes de aluminio con flores de distintos colores. Pero en esta impecable y sencilla casa, vivía una familia (eran 6 hijos, que a cual más de todos siempre estaban ayudando en las labores ya sea con el padre o a la mamá). Daba gusto ver con qué ternura les hablaba la señora , a todos sus hijos y a su marido, incluso a nosotras mismas, nos trataba con mucho cariño.
Cuando llegábamos olía riquísimo a tierra recién regada, en su patio tenía muchos árboles frutales, y al fondo un horno de barro de donde salía un rico olor a "pan de mujer" (un pan típico de Sinaloa, tipo empanadas rellenas de pasta de calabaza casi siempre). Así leyendo ese anuncio de revista, recordé a aquella generosa familia, que en esa casita blanca sin piso, tenía verdaderamente un HOGAR.

2 comentarios:

  1. Hola, En lo personal en mis años mozos, fui catequista de mi comunidad, y en muchas ocasiones el grupo organizaba llevar la palabra a comunidades y rancherias lejanas del estado y ver el entusiasmo y la alegria que la gente te recibe y se quita el pan literalmente de la boca para compartirla, hace reflexionar sobre lo que tenemos y no agradecemos.

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    1. Así es amiga, creo que estas experiencias definitivamente nos enriquecen mucho verdad?
      Gracias por tu comentario.

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